martes, 6 de enero de 2015

Sima de Tximua

3 de enero 2015


Comenzamos el nuevo año con la saca llena de ilusión (y eso que aún nos queda mucha del año pasado).
Y que mejor manera de empezarlo que visitando la “clásica” Tximua.



Odei, la muy joven promesa que nos acompañaba, y yo no la conocíamos. Los demás ya habían estado y alguno muchas veces. Como decía Oscar “hay quien parece el conserje de Tximua”.
Entramos, cono de derrubios y fuerte rampa en caos de bloques, vamos, que resultó entretenida la cuesta, donde al acabar y tras otro paso entre bloques, empezaba el espectáculo: amplia sala con multitud de formas y colores amarillentos y naranjas entre bonitos blancos que presentaban elegantes fusiones.



Antonio y Mikel (compañero de Sakon) se fueron a retirar material en depósito de pasadas exploraciones. Nosotros nos quedamos pajareando por la sala, ensimismados con las formas.
El lago estaba lleno y toco subir por la pared de nuestra derecha, una elegante subida con un pequeño pasamanos y una fantástica gatera, recorrido éste que nadie conocía y que lo trabajó muy bien nuestro “equipo de punta”.
Una vez arriba, a seguir disfrutando con esa parte de la cueva: la cocina vasca, fantásticos gours, en fin, lo que quieras ver….



Ya en el final, Carlos y Odei bajaron a la sala Irisko, donde estaban los demás recuperando el material, como ya estaban muchos, yo me tomé vacaciones y seguí revoloteando de nuevo por diversos rincones (que no eran pocos) y disfrutando de un espectáculo de luces y sonidos, ya que en la zona del lago caía agua por varios puntos.
Inolvidables sensaciones.



Al rato ya aparecieron todos, subimos la entretenida cuesta de bloques: ahora por aquí, ahora por allá…. Y para afuera.

Se puede decir mucho de Tximua pero sin duda no deja indiferente.